Conozca como eran los lujos en los que vivía Piedad Córdoba.

Un legado de alegría y comunidad en el corazón de los Llanos Orientales

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La exsenadora creó un oasis de diversión y cultura en La Tigrera, pero su sueño agroturístico quedó inconcluso.

Piedad Córdoba transformó su finca en los Llanos Orientales en un epicentro de alegría y tradición colombiana. Sus visitas a Ari Ari, situada en la vereda La Tigrera de Puerto Lleras, Meta, eran sinónimo de tejo, baile y aguardiente, actividades que se convirtieron en una tradición y que marcaron su legado en la región. A pesar de su aparente aversión a los inconvenientes de la vida rural, tales como los mosquitos, y su preferencia por un estilo de vida lujoso, Córdoba logró fusionarse con los habitantes locales, llegando a ser una de las figuras más emblemáticas de la zona.

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La Comunidad Recuerda a Piedad Córdoba

La exsenadora, quien falleció sin ver completado su proyecto de agroturismo, es recordada con cariño por los moradores de La Tigrera. Era común verla en las canchas de tejo del área, compartiendo aguardiente con quienes se encontraban presentes y bailando al ritmo de la salsa, siempre bajo la vigilante mirada de sus escoltas. La presencia de las FARC en la región no era un secreto para ella, y aun así, logró mantener una relación de cercanía y respeto con la comunidad local.

Sus esfuerzos por transformar Ari Ari en un destino agroturístico buscaban no solo ofrecer una nueva atracción en una región poco visitada por turistas sino también generar empleo y fomentar el desarrollo local. Sin embargo, su visionario proyecto quedó incompleto. La finca, de 144 hectáreas, planificada para albergar un hotel y otras facilidades, enfrentó desafíos desde la construcción de infraestructura básica como carreteras, hasta la obtención de permisos necesarios para operar como establecimiento turístico.

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Un Proyecto Inconcluso pero un Legado Vivo

La finca Ari Ari era más que un simple terreno para Piedad Córdoba; era un sueño de integración, desarrollo y entretenimiento. Aunque su objetivo de abrir al público el «secreto mejor guardado del Meta» nunca se materializó, su impacto en la comunidad es innegable. La exsenadora dejó una huella imborrable en La Tigrera, no solo a través de los eventos que organizaba, sino también por su contribución al tejido económico y social de la zona.

A pesar de los desafíos y la incompletitud de su proyecto, Córdoba logró terminar la construcción de la casa principal y pavimentar vías internas, celebrando la inauguración con un evento que reunió a trabajadores, vecinos y figuras destacadas del país. Su legado, marcado por la alegría, la generosidad y el empeño por mejorar las condiciones de vida de su comunidad, permanece en la memoria de quienes la conocieron.

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