Ukumarí: un refugio para víctimas del tráfico ilegal de fauna en Colombia
Cada año, miles de animales silvestres sufren por el tráfico ilegal de fauna en Colombia, una de las amenazas más graves para la biodiversidad del país. Entre 2019 y 2024, más de 150.000 ejemplares fueron incautados por las autoridades, en su mayoría reptiles y aves. En este contexto alarmante, el Bioparque Ukumarí en Pereira se ha convertido en un símbolo de esperanza y recuperación.
El tráfico ilegal de fauna silvestre no solo afecta a los ecosistemas, sino que representa una verdadera crisis ambiental, sanitaria y ética. Animales como tortugas, babillas, iguanas, loros y monos son capturados de manera violenta y transportados en condiciones inhumanas. Muchos de ellos mueren antes de llegar a su destino.
Tráfico ilegal de fauna en Colombia: cifras que estremecen
Las estadísticas revelan la magnitud de este delito. Solo entre 2019 y 2024, Colombia decomisó más de 150.000 animales silvestres que eran transportados para el comercio ilícito. Según reportes de las autoridades ambientales, el 50 % de estos decomisos se registraron en la región Caribe, una de las zonas más afectadas por esta actividad ilegal.
De los animales incautados, reptiles y aves representan la mayor parte. Esto incluye especies como las tortugas hicoteas, las babillas, iguanas y loros ornamentales. También se reportan primates, especialmente en zonas donde el control es más difícil y la demanda por mascotas exóticas continúa creciendo.

En lo que va del año 2024, ya se han decomisado cerca de 30.000 ejemplares. Aunque departamentos como Risaralda presentan cifras más bajas —con un promedio de 500 animales incautados anualmente—, el impacto en la biodiversidad local sigue siendo preocupante.
Ukumarí, modelo de rescate y rehabilitación animal en América Latina
Frente a esta problemática, el Bioparque Ukumarí ha desempeñado un papel crucial en la protección de la fauna silvestre. Ubicado en Pereira, este centro no solo acoge a los animales rescatados, sino que lidera procesos de rehabilitación únicos en la región.
“El tráfico ilegal de fauna es una de las amenazas más graves contra la biodiversidad en Colombia”, advierte Raúl Murillo Betancur, gerente del Bioparque. Ukumarí recibe a animales que han sobrevivido a condiciones de captura y transporte extremadamente crueles, muchos de ellos con lesiones físicas y traumas emocionales.
Uno de los casos más impactantes es el de Chaac, un jaguar que fue rescatado en 2023 de un zoológico ilegal en la frontera con Venezuela. El felino llegó en un estado deplorable, con daños físicos severos y signos de deterioro emocional. “Cuando pisó el pasto por primera vez, supimos que empezaba su proceso de rehabilitación”, recordó Murillo.
Ukumarí cuenta con un equipo técnico-científico altamente calificado. Sus protocolos de bienestar animal han sido reconocidos internacionalmente y replicados en otros países de América Latina. Estos incluyen medicina preventiva, manejo nutricional, entrenamiento conductual y atención emocional.
“El mayor reto es ganarse su confianza, lograr que se conecten nuevamente con la naturaleza y dejen atrás los comportamientos adquiridos en el cautiverio”, explicó el gerente. Gracias a estos esfuerzos, muchos animales logran reintegrarse a hábitats controlados o naturales, mejorando significativamente su calidad de vida.
Tráfico de fauna: una amenaza silenciosa y persistente
La labor de Ukumarí adquiere mayor relevancia cuando se observa el impacto devastador del tráfico de fauna a nivel continental. Se estima que esta actividad ilegal ha reducido hasta en un 71 % las poblaciones de algunas especies en América Latina. Además, se calcula que 9 de cada 10 animales capturados mueren antes de llegar a su destino final.
El tráfico de especies no solo pone en peligro la biodiversidad. También implica riesgos sanitarios, como la propagación de enfermedades zoonóticas, y contribuye al colapso ecológico de ecosistemas enteros.
En respuesta, el trabajo de instituciones como Ukumarí es fundamental. Su enfoque integral no solo salva vidas, sino que también educa a la población sobre la importancia de proteger la fauna silvestre.