Yoko, el chimpancé que sufrió años de maltrato, inicia nueva vida

Tras décadas de sufrimiento, Yoko comienza un nuevo capítulo en un santuario brasileño.

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Yoko: un chimpancé marcado por el maltrato y el tráfico de especies

Yoko, un chimpancé de aproximadamente 40 años, vivió una vida llena de sufrimiento, comenzando desde su infancia. En su corta edad, fue víctima del tráfico ilegal de animales, una práctica que sigue siendo un grave problema en muchos países del mundo. Cuando apenas era un bebé, cayó en manos de traficantes que lo entregaron a un narcotraficante, quien lo sometió a años de maltrato y explotación.

Foto tomada de: Noticias Caracol

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El narcotraficante que adquirió a Yoko lo utilizó como un objeto de entretenimiento. Lo enseñaron a montar bicicleta, lo vestían y lo involucraban en actividades humanas, afectando su desarrollo y comportamiento natural. Según la senadora Andrea Padilla, encargada del traslado, «Yoko sufrió un violento proceso de impronta, impidiendo su retorno a la libertad».

Este abuso continuó por años, hasta que el narcotraficante murió. Tras su fallecimiento, Yoko quedó a la deriva y fue encontrado en un contenedor de basura. Posteriormente, pasó por varios circos itinerantes y fue finalmente recuperado en Colombia, donde fue reubicado en el Bioparque Ukumarí, en la ciudad de Pereira, en 2018.

El traslado de Yoko a Brasil: un nuevo comienzo para el chimpancé colombiano

Después de más de tres décadas de cautiverio, Yoko comenzó un nuevo capítulo en su vida. El Bioparque Ukumarí, donde vivió los últimos años, había sido su hogar, pero su situación seguía siendo una de cautiverio. Aunque las instalaciones de Ukumarí cumplían con las condiciones necesarias para garantizar su bienestar, las autoridades colombianas, junto con las organizaciones internacionales defensoras de los derechos de los animales, decidieron que lo mejor para Yoko sería trasladarlo a un santuario especializado en Brasil.

El traslado de Yoko fue cuidadosamente planeado, durando alrededor de 18 horas. Durante el viaje, Yoko estuvo acompañado por un veterinario del Bioparque Ukumarí para garantizar su bienestar físico y emocional. A pesar de que su situación en el Bioparque parecía ser relativamente cómoda, las autoridades consideraron que lo ideal era que Yoko empezara a vivir en un entorno donde pudiera relacionarse más estrechamente con su especie, sintiéndose nuevamente como un chimpancé.

Foto tomada de: Noticias Caracol

El director de la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (Carder), Julio César Gómez, destacó la importancia de este cambio: «El error que cometemos los humanos es pensar que un animal está bien solo por estar en condiciones de manutención adecuada. La idea es que Yoko, a partir de hoy, empiece a sentirse como un chimpancé.» Esta transición es fundamental para su recuperación emocional y para garantizar que su bienestar se vea mejorado en el largo plazo.

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Un santuario de esperanza en Sorocaba

Yoko llegó finalmente a Sorocaba, Brasil, a uno de los santuarios más reconocidos para grandes primates que han sufrido traumas a causa de su cautiverio en zoológicos y circos. Este santuario, especializado en la rehabilitación de primates, ofrece un entorno adecuado para que los chimpancés puedan vivir en libertad, alejados de los abusos humanos.

Según la senadora Padilla, la vida de Yoko es un claro ejemplo de cómo el maltrato animal, el tráfico ilegal y la explotación pueden devastar a un ser vivo. Afortunadamente, su historia tuvo un giro positivo gracias a la intervención de activistas y autoridades comprometidas con la defensa de los derechos de los animales.

Raúl Murillo, gerente del Bioparque Ukumarí, expresó: «Hoy, aquí en el Bioparque, lo vamos a conmemorar siendo los mejores tenedores de cualquier especie que pueda venir aquí a habitar.» A pesar de la tristeza que acompaña el cierre de este capítulo en Colombia, su traslado a Brasil representa una victoria para los defensores de los derechos de los animales y un futuro más prometedor para Yoko.

El impacto de la historia de Yoko en la conciencia pública

La vida de Yoko ha dejado una huella profunda en la conciencia pública colombiana e internacional. Su historia es un llamado a la reflexión sobre el trato que damos a los animales, especialmente a aquellos que sufren las consecuencias del tráfico ilegal y el maltrato humano. El traslado de Yoko a un santuario en Brasil es un recordatorio de la necesidad urgente de mejorar las leyes de protección animal y de promover un cambio de mentalidad en la sociedad para prevenir el sufrimiento de otras especies.

El Pereirano

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