Con una alta probabilidad de La Niña, la temporada de lluvias en Risaralda se intensifica, aumentando el riesgo de emergencias.
La segunda semana de septiembre marcó el inicio de la temporada de lluvias en Risaralda, que se extenderá hasta mediados de diciembre. Según las autoridades ambientales, se ha registrado un 71% de probabilidad de ocurrencia del fenómeno de La Niña, lo que eleva el riesgo de emergencias relacionadas con deslizamientos, inundaciones, avenidas torrenciales y vendavales en la región.
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Riesgos y recomendaciones para la comunidad, ante los posibles deslizamientos
Diana Carolina Ramírez, Coordinadora Departamental de Gestión del Riesgo de Desastres, hizo un llamado a los habitantes de Risaralda para que se mantengan alerta ante los peligros que trae consigo esta temporada. “Es fundamental evitar paseos a los ríos durante esta época, ya que las crecientes súbitas pueden representar un gran riesgo en varias zonas del departamento”, enfatizó la funcionaria.
Las autoridades han destacado la importancia de la preparación y la prevención. Ramírez instó a la comunidad a estar informada a través de los comunicados oficiales del IDEAM y de los Consejos Municipales y Departamental de Gestión del Riesgo. “Toda la población debe estar preparada para cualquier emergencia vinculada a las altas precipitaciones”, señaló, subrayando la necesidad de colaboración entre la ciudadanía y las autoridades para mitigar el impacto de estos eventos naturales.
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Clima y su impacto en la región
A pesar de las altas temperaturas que se registraron en agosto y las primeras semanas de septiembre, el departamento ha ingresado plenamente en la segunda temporada de lluvias. Este cambio climático puede resultar en escenarios peligrosos si no se toman las precauciones adecuadas. La interacción entre los cambios climáticos y las actividades humanas puede agravar aún más los efectos de las lluvias intensas.
Los expertos recomiendan a los ciudadanos no solo estar informados, sino también implementar medidas de seguridad en sus hogares y comunidades. La creación de rutas de evacuación y la identificación de zonas de riesgo son acciones que pueden salvar vidas.