El pasado 30 de marzo, Sebastián Suaza Zamora, un niño de tres años, fue mordido por una serpiente venenosa, lo que inició una batalla por su vida que duró tres días. El pequeño, quien había cumplido años el pasado 14 de marzo, pasó sus últimas horas en una clínica en la ciudad de Neiva.
La familia del niño informó a través de redes sociales que le habían dado una remisión para ser trasladado a Neiva debido a un bajón en sus signos vitales, pero el traslado fue casi imposible debido a la falta de autorización para una ambulancia mecanizada. Después de una campaña liderada por sus padres y con la ayuda de varias personas, se logró el traslado la noche del domingo. Sin embargo, el niño falleció.
Juan Sebastián había estado luchando por su vida en la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica Medilaser de Florencia, en el departamento del Caquetá. Desde la tarde del día anterior, sus signos vitales comenzaron a caer, pero el traslado a un centro médico de mayor complejidad se demoró, lo que pudo haber sido determinante para salvar su vida.
La triste noticia de la muerte del niño ha conmovido a toda la comunidad y ha generado un debate sobre la atención médica en zonas rurales y la importancia de contar con los recursos necesarios para brindar una atención adecuada y oportuna a los pacientes.
Es importante que se sigan promoviendo campañas de prevención sobre el peligro que representan las serpientes venenosas y cómo evitar su presencia en hogares y áreas cercanas a las viviendas. Además, es fundamental que se brinde una atención médica adecuada y oportuna para evitar situaciones como esta.